El tema es el cortijerismo ilustrado, el clasismo sevillano y la perpetuación del conservadurismo social, que pasan de generación -los padres cayetanos- en generación -los niños que maman la tradición desde pequeños sin opción a réplica. Las costumbres que vivimos de forma acrítica propician la desmovilización de la izquierda -el miliciano muerto, casi enterrado en la basura que genera el macrofestival que es la Semana Santa- ante la pasividad de una sociedad homogénea que rechaza el pensamiento crítico. Las caras de los niños, cubiertas por los capirotes, representan la falta de voz propia de las nuevas generaciones, que nos hemos tragado sin rechistar un adoctrinamiento católico que, incapaces de analizar, acabamos pasando a las siguientes.
BIO:
Soy Mugre (Jerez, 1988) y estoy obsesionado con replicar texturas y técnicas de impresión antiguas, pero como no tengo medios lo hago todo en Photoshop. Aunque hice bachillerato en la Escuela de Artes de Jerez, mi andadura en el diseño no empezó hasta 2022 por pura necesidad: tenía que hacer las portadas de mi banda (La Jvnta) porque tampoco había pasta para encargárselas a nadie. Colaboro frecuentemente con plataformas por la vivienda, por Palestina y contra la OTAN, intentando usar el diseño para actualizar la propaganda en la izquierda y hacer el mensaje accesible a la gente aún no convencida.
Para inspirarme tiro de murales soviéticos, Nueva Objetividad alemana o artistas japoneses como Tadanori Yokoo. Y punk, mucho punk.
